Niños y niñas del mundo

“Gracias niños y niñas del mundo por existir, por iluminar nuestro universo, por soñar, por correr, por imaginar, por ser felices con lo simple, porque nos hacen recordar momentos que añoramos tener, porque su presencia en nuestras vidas despierta en nosotros al pequeño que llevamos eternamente en nuestros corazones”

Recuerdo mi infancia como una etapa maravillosa, la recuerdo como un suspiro. Con mis coletas estiradas y bien peinadas con laca tradicional de la época, que me daba un aire asiático. Mis vestidos siempre llenos de colores vivos y las rodillas por lo regular con raspones propios de la edad. Amaba brincar, saltar, cantar, jugar con mis primos e imaginar con los maravillosos cuentos que mi tía Lucita nos narraba, era nuestra cuentacuentos oficial, lograba con voces excelentemente bien articuladas y disfraces simples meternos de lleno a la historia.

Era la época del juguete rústico, unos de madera y otros un poco más sofisticados; de balones, de cuerdas, de canicas, de imaginar ser grandes, de jugar al aire libre. De ayudar en las labores de la casa, y disfrutar hacerlo, de ser felices como derecho que tienen todos los niños y niñas del mundo. 

Era una época bella, de sentirte protegido cubriéndote con el delantal de tu madre o de tu abuela. De festejar tu cumpleaños dándole la sorpresa a tu madre y llevar a todos los compañeros de tu clase y por supuesto a la maestra, y los festejos eran simples, muchas palomitas, agua de limón y un pastel super delicioso que ponía a prueba el arte culinario de mi mami.  

Como quisiera asomarme a esos tiempos y quedarme en silencio observando las nubes de día y de noche las estrellas, intentando resolver muchos misterios. De correr emocionada al escuchar que pasaba un avión y gritar con todas tus fuerzas que hubiera paz en el mundo, con la confianza plena de que por alguna razón extraña el aeroplano cumplía deseos.

Viví mi segunda infancia con mis hijos, en otra época, pero con la misma emoción. Con otros juegos, con otras aventuras, pero con el mismo entusiasmo.

Nunca perdamos de vista a nuestro niño o niña interno, a ese que nos susurra al oído que no nos olvidemos de nuestros sueños; que siempre nos acompaña, que aprende a crecer y trabajar sus miedos, que se hace responsable de su felicidad. Que sabe cómo protegerse porque creció, maduró, aprendió.

De vez en vez déjalo salir, que se divierta, que no se tome la vida tan en serio, que no sufra por el futuro, ni se estanque en el pasado, que sonría de la nada y que llore a sus anchas si así le place. Libéralo, déjalo que observe, que admire que se sorprenda…pero sobre todo que viva con plenitud.

Te invito a visitar y revisar nuestro Blog donde encontrarás material que te ayudará en esta maravillosa tarea que es vivir en plenitud. Bendiciones para todos.

Gracias por darte el tiempo de leer mi columna. Sigo al pendiente de tus comentarios y sugerencias, ¿qué tema te gustaría que abordara? Exprésate, para mí, es un placer compartir contigo…Linda vida.

Puedes enviar un WhatsApp al 9982412230, dejar tu comentario en mi página de Facebook “Aprendiendo a Vivir” o en mi sitio web  o en la página del Universal.

Frases para trabajar esta semana:

“Crezco, amando mis claroscuros”

Recomendaciones de libros que pudieran ayudar en el tema que estamos trabajando. En esta ocasión les recomiendo

“Colorín, colorado, este cuento no se ha acabado”, Odín Dupeyrón

«El principito”, Antoine de Saint-Exupéry

Película: “Encuentro conmigo mismo”

Canción: Lady Laura de Roberto Carlos  

Comentarios y sugerencias:

Gloria Villalobos Corral

Terapeuta de Psicología Clínica y Programación neurolingüística

gloriavillalobos_3@hotmail.com

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